No es fácil acercarse a la muerte sin caer en el dramatismo o la sensiblería. Yōjirō Takita consiguió con Despedidas (2008) una visión reconfortante del que para unos es el acto final de la vida y para otros una puerta hacia otro lugar. Daigo Kabayashi, tras disolverse la orquesta donde tocaba el violoncelo, empieza a trabajar como embalsamador en su pueblo natal; aunque sentirá el rechazo de su entorno más cercano y de su propia esposa, él encuentra así un camino hacia su propia paz espiritual. La película presenta una trama ciertamente predecible, con algunas gotas de humor, que sin embargo Takita utiliza como envoltorio para presentar el ritual del embalsamamiento con sumo respeto, de una forma tan bella como emotiva, mostrando su doble vertiente: el paso al más allá del difunto y la purificación espiritual de aquellos que lo despiden. Es aquí donde la película adquiere su total significado y donde el director deposita un mensaje que deja en la cuneta el tabú de la muerte en la soci
